Desde hace varios años se está observando un aumento de las enfermedades de la piel. Una de las causas podría ser el cambio que se ha producido en las costumbres a la hora de disfrutar del tiempo libre. La tendencia a desarrollar actividades al aire libre y exponerse, por lo tanto, durante más tiempo al sol, es, según investigaciones científicas que se han llevado a cabo, un factor determinante para el desarrollo de ciertas enfermedades de la piel. Se ha demostrado que una prolongada exposición a los rayos ultravioleta destruye temporalmente -y en algunos casos de forma definitiva- el sistema de defensa inmunológica de la piel. La causa son los productos intermedios de oxígeno de fácil reacción que se presentan libres en el proceso respiratorio, -los denominados radicales libres. Dichos radicales pueden anular las funciones de las células corporales, modificar su estructura albuminoidea, pueden dañar los ácidos grasos de las paredes celulares o atacar las sustancias hereditarias. Cada célula debe soportar diariamente muchos ataques de estos radicales. Para superarlos, el cuerpo dispone de un sistema protector de enzimas antioxidantes. Sin embargo, muchas veces los ataques exteriores son más fuertes que el sistema inmunológico del cuerpo. Los antioxidantes como la beta-carotina refuerzan la protección celular. Capturan y enlazan los radicales, antes de que puedan llegar al núcleo de la célula. En las personas que sufren enfermedades de la piel causadas por rayos ultravioleta, puede observarse casi siempre una considerable reducción del nivel de beta-carotina en la sangre.

La beta-carotina se va depositando y almacenando en las células adiposas de la piel, reforzando su sistema de defensa natural. Tiene la propiedad de absorber determinadas ondas de luz. Los radicales libres, de alta riqueza energética, que se producen por la radiación ultravioleta, pueden ser capturados y neutralizados. También en el organismo humano, la beta-carotina juega un papel importante como pro-vitamina (fase previa de la vitamina A). En caso necesario, el cuerpo puede transformar la beta-carotina en vitamina A. Gracias a este proceso de autorregulación, aun en el caso de que se produjera un suministro alto de carotina, el nivel de vitamina A no sería demasiado alto.

La beta-carotina pertenece a un grupo de sustancias muy extendidas en la naturaleza.  Las fuentes más importantes de obtención de beta-carotina son las verduras amarillas y verdes, especialmente las zanahorias y las espinacas. Sin embargo, muchos alimentos pierden gran parte de sus sustancias activas al ser hervidos o si se almacenan o exponen a la luz durante un tiempo prolongado, o cuando son ingeridos sin utilizar las grasas necesarias. En muchos casos, ya no resulta suficiente la cantidad de beta-carotina tomada con la comida y es preciso suministrar una dosis adicional.

En exposiciones al sol prolongadas, nunca debe olvidarse utilizar un protector solar adicional con un factor de protección elevado. Especialmente en casos de pieles sensibles, aproximadamente 6 semanas antes de empezar las vacaciones, debería iniciarse la ingestión de cápsulas de beta-carotina. En estancias largas en las montañas, en la playa o en países del sur, se recomienda la administración diaria de beta-carotina como complemento alimenticio. Un agradable efecto secundario de la carotina consiste en el ligero bronceado de la piel.

 

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Beta-Carotina
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