El arbusto de la echinacea tiene su origen en las praderas norteamericanas como planta salvaje y se conoce como planta medicinal de los indios. La echinacea se cultiva aquí desde hace ya mucho tiempo no sólo para fines médicos. Por sus flores grandes y bellas es apreciada como planta de jardín.
Como planta medicinal ha demostrado ser muy útil para estimular el sistema inmunológico en diferentes estados patológicos, aumentando asimismo la resistencia. Su principal campo de aplicación es la prevención y curación de procesos gripales.
La echinacea es por ello una planta medicinal ideal. Su sustancia activa principal es la equinacosida. Múltiples sustancias activas secundarias como aceites etéreos, resinas y toda una serie de sustancias individuales forman juntas una unidad inimitable para reforzar las defensas. Una barrera natural contra el peligro de gripe, la reproducción de gérmenes y las inflamaciones de los tejidos.
Las investigaciones científicas llevadas a cabo en el campo de la inmunología han demostrado que la echinacea favorece el aumento de las defensas no sólo en caso de procesos gripales, sino también para todo el sistema inmunológico.
La echinacea es un preparado universal para prevenir los resfriados, en casos de alto riesgo de contagio y de infecciones con fiebre.