El olivo u Olea europaea es una planta de larga tradición en el ámbito mediterráneo. Desde la antigüedad, la rama del olivo simboliza la paz y el bienestar. Este árbol perenne tiene hojas elípticas, de verde grisáceo en la cara superior y de un blanco plateado en la cara inferior, que caen a los dos años. Su fruto, la aceituna, así como el aceite obtenido de la misma, forma parte desde hace siglos de la alimentación básica de los pueblos del Mediterráneo.
Pero, recientemente, también va adquiriendo una importancia cada vez mayor la hoja del olivo. Los primeros estudios científicos al respecto se realizaron en los años sesenta. En ellos se comprobó que los aceites etéricos contenidos en las hojas tenían una influencia positiva sobre los vasos sanguíneos y coronarios, y de este modo sobre el rendimiento cardíaco, así como sobre el sistema inmunológico.
Como principio activo fundamental se aisló, entre otros, la oleuropeína, sustancia de sabor amargo. Actualmente ya hay muchas publicaciones que informan sobre los efectos beneficiosos del extracto de hoja de olivo. Coincidiendo con los estudios científicos, cabe destacar principalmente el efecto depresor de la tensión sanguínea, debido a la acción de sustancias contenidas en la hoja de olivo similares a la colina. Otros estudios revelan una mejora de la elasticidad de los vasos sanguíneos y de la fluidez de la sangre, así como un efecto relajante sobre el corazón nervioso.
El extracto de hoja de olivo posee también un leve efecto reductor de la glucosa en sangre que se puede aprovechar complementariamente para el tratamiento de la diabetes. Igualmente se ha demostrado que fortalece el sistema inmunológico contra posibles infecciones y contra un gran número de bacterias y virus.
Por tratarse de una planta curativa de buena tolerancia en el organismo, el extracto de hoja de olivo tiene una aplicación cada vez mayor en la medicina naturista.